lunes, 27 de febrero de 2017

¿Por qué la crisis de la telenovela mexicana? (VI): Creatividad


¿POR QUÉ LA CRISIS DE LA TELENOVELA MEXICANA?

Parte 6

Daniel Lares Muñoz


LA CREATIVIDAD (EL ESLABÓN PERDIDO)

“Si Shakespeare hubiera conocido la serie, 
probablemente Hamlet duraría ocho temporadas de trece episodios”  [1]

La crisis de la telenovela mexicana es esencialmente una crisis creativa. Todos los demás factores: la fragmentación del mercado, la irrupción de la multiplataforma, la contracción de la inversión publicitaria (TV abierta), los costos de producción y la reputación negativa del género han contribuido coyunturalmente a agudizar el problema pero no son el meollo de origen de la actual situación.

La creación es la acción de crear (producir algo de la nada), la creatividad es la facultad para crear y la capacidad de creación [2]. Por ello hablamos de una industria creativa porque parte de estimular la capacidad de creación e invención para su existencia.


LA DIRECCIÓN DE ESCENA Y LA BRÚJULA PERDIDA

Si alguien todavía duda del origen creativo de esta crisis, que revise la mayoría de las producciones de al menos la última década. Incoherencias de tonos, anarquía actoral (obviando que haya actores), trazos escénicos primitivos y sobre todo ausencia de la sazón de cocineros con expertise y vitalidad inventiva.

Las pantallas de hoy evidencian los amarillentos manuales de procedimientos escénicos de la industria que remiten a quien rige la cosmovisión creativo-artística de toda obra en producción: el director de escena.

Las telenovelas de hoy son como el empaque de los jugos más baratos del supermercado: no importa su presentación ni lo que digan para vender, la gran mayoría de los consumidores ya advierte que lo que contienen no es precisamente fruta exprimida ni un sabor orgánico alejado de lo industrializado.    

La tecnocracia y el respeto a la creación
A “La vida en el espejo” (1999) le debemos la última innovación dramatúrgica y escénica sustancial de la telenovela mexicana (¡18 años!), no obstante de ser una derivación de “Mirada de mujer” (1997) y de la irregularidad en que incurrió su realización a partir de su segunda mitad. Lo es incluso sobre las nuevas “súper-series”.

Resulta sintomático que en las retransmisiones (2017) por el canal principal abierto de TV Azteca hayan cortado como con vocación de jardinero las escenas extendidas de la telenovela, una de las aportaciones narrativas de la dramaturgia, potenciadas por las innovaciones de la dirección escénica de Antonio Serrano. [Ver video]


¿Alguien con sentido común (y gusto artístico) cortaría el flujo de esta extraordinaria escena? Ni siquiera han respetado la lógica de continuidad en varios capítulos de la retransmisión. Faltándole el respeto no sólo a la creación original del autor sino a una de las pocas joyas dramáticas de la casa (TV Azteca).

¿Así trata la televisión mexicana 
al legado inventivo de sus creativos?

So pretexto de una “edición especial”, no imagino a los de la Paramount fragmentando la escena plot de su clásico “El Padrino” (Francis Ford Coppola, 1972) en la que Michael (Al Pacino) se despoja de sus hábitos militares y le dispara a quemarropa al policía corrupto y al emisario del clan contrario en venganza por el asesinato de su hermano Sony, en una acción dramática que lo convierte en el nuevo líder de los Corleone, lo que define la historia y al personaje.

Si re visionamos un proyecto como “La Vida en el Espejo”, podemos detectar cómo en su segunda mitad exuda uno de los vicios reiterativos de la telenovela mexicana: grabar pegados al aire. Se nota. Ello no demerita la historia original de Bernardo Romero; el elenco principal hizo carrera y ha pasado la prueba del tiempo y, verbigracia, de las burdas re ediciones.


 El director y la impronta creativa
Actualmente enfrentamos una gran paradoja: casi todos los directores de escena en ejercicio son egresados de universidades (algunas del extranjero) e incluso cuentan con carreras especializadas y mejores herramientas técnicas que otrora, empero la escena en pantalla no traduce esa “evolución”. ¿Por qué?

Es verdad que tanto en el plano amateur como profesional encontramos a directores talentosos, pero es un fenómeno cada vez más común en la producción mexicana de ficción: directores tecnócratas más preocupados en sus “fierros” (cámaras y equipo técnico) que en prestar la debida atención al depositario sine qua non del relato: el personaje y por ende el actor. En ello el teatro sigue siendo el templo referencial. He aquí el para qué aclarar la supremacía de lo creativo en una industria, reitero, creativa.

No pretendo desestimar cualquiera de las áreas que intervienen en un proceso de carácter colectivo. Pero cuando se atestigua en el set esta tendencia snob y se observan los resultados en pantalla (los únicos válidos) es posible detectar a directores juramentados con formas inamovibles (la vieja guardia) y a los nuevos que se pierden tanto en los medios que olvidan el fin. Excepcionales son (los hay) los que no entran en esta inercia. ¿A qué hora crean?

La lógica supondría que ahora que todos estamos más capacitados, se contrata a los mejores talentos de cada área de la producción justo para no distraer (innecesariamente) la labor de quien conduce la cosmovisión artística de la obra.

El mundo al revés: ¿qué al servicio de quién?
Si en las producciones mexicanas de hoy (sobre todo en súper series) se están desacelerando los volúmenes de grabación por día no se debe a la concientización sobre lo creativo sino a las implicaciones técnicas de las nuevas cámaras.



LA MÚSICA, EL DÉFICIT DEL GUSTO

¿Cuáles de las últimas canciones de telenovela vienen con rapidez a la memoria del lector? ¿Cuáles de ellas forma parte de su playlist personal? ¿Cuántos han llegado a los primeros lugares de los Top Charts de la industria musical?

Los temas de telenovela sintetizan la historia. Han sido interpretados por las mayores estrellas o mejores nuevas promesas de la canción popular multiplicando la exposición de cada producción en los diferentes medios y con ello su publicidad implícita y reiterativa. Aportan tono, color y empatía emocional con la audiencia.

(El extraordinario soundtrack de Daniel Catán para "El Vuelo del Águila" [1994])

La música en telenovela también ha sufrido el abaratamiento y la maximización de utilidades a cualquier costo. Además, se degradó el gusto con canciones insignificantes e intrascendentes. La música es hoy víctima del simple intercambio mercantil entre una producción y una disquera o estrella pop. Se menosprecia su quintaescencia creativa.

Es cierto que la fragmentación actual en la radio e internet y la falta de espacios musicales en televisión no ayudan a popularizar una canción. Entonces con mayor razón se requiere redoblar la exigencia en su calidad y cualidad creativa.


Quizá en justicia, algunas de las excepciones recientes son las canciones de “La Malquerida” (2014) y “Para Volver a Amar” (2010), del estupendo remake de la colombiana “El último matrimonio feliz”. El interpretado por Diana Reyes para “Yo no creo en los hombres” (2014) y el de Carlos Rivera para “Sin Rastro de Ti” (2016), son ejemplos de acertadas decisiones por letra e intérprete pero que cargan con la pesada contradicción de su contexto: arreglos musicales producidos para no trascender. Definitivamente “El diablo está en los detalles”.

Si la industria de la telenovela abriera sus puertas al maravilloso caudal que está generando la música independiente (con extraordinaria calidad), sorprenderían a su audiencia e impulsarían a los artistas que hoy se demandan.

(Un ejemplo de lo que produce hoy la música indie en Latinoamerica)

LA SÚPER-SERIE: EL ESPEJISMO EN EL DESIERTO

Para afrontar la caída de los encendidos, el desprestigio de la telenovela y las consecuentes pérdidas financieras, la industria ha emprendido medidas inmediatistas que decantan en un gatopardismo que no facilita la genuina creatividad sino por el contrario, la pretende re-amoldar.

Otra vez sólo atención a la forma y no al fondo, y (no es augurio sino previsión) otra vez resbalarán en el mismo barranco y puede ser que más hondo.

Mucho ruido y…
La llamada “súper serie”, el pretencioso híbrido entre telenovela y serie anglosajona cuyo referente principal hoy es “El Señor de los Cielos” (Telemundo 2013- ), no nos ha traído renovación; en todo caso, de forma y no de fondo, todavía. La industria parece optar por un nuevo vestuario y maquillaje para auto engañarse haciendo pasar por sano al paciente enfermo.

Digámoslo claro: si la súper serie viene para elevar la calidad de producción, bienvenida, pero no será suficiente para superar la crisis.


Desde una perspectiva optimista, ha sido una evolución reactiva (que no proactiva) originada en los escritorios ejecutivos de la industria hermana del mercado hispano de los Estados Unidos debido a la influencia directa del serial estadounidense que vive su época dorada.

Por ejemplo, ¿Qué de nuevo ofrecen “Señora Acero” (Telemundo 2014- ) o la “Fiscal de Hierro” (Azteca, 2017) sino un esquema de fórmula? Cuyo inicio fue catalizado por el boom de “La Reina del Sur” (RTI-Telemundo, 2011). No desestimo La Fórmula como una herramienta de la industria para generar certidumbre en el aspecto comercial y programático. Me parece válido como parte de la ecuación. Recurren a ésta Hollywood y Bollywood.

… pocas nueces
Lo que sí infiero es que si la producción de ficción dramática seguirá basándose únicamente en ello (como otrora con el esquema Cenicienta), entonces la industria mexicana estará confinada a viajar en el estribo del tren de la producción mundial.

Es precisamente el caso de la narco-novela o de la ahora socorrida bio-serie (biopic). Cuidado. Comprendamos que es la historia original la que debe ser la punta de lanza y todas las demás propuestas las que la acompañen. Entre ellas, las buenas adaptaciones de remakes, la fórmula y el spin-off (historia con personaje derivado de una obra existente).


¿Otro atributo del original?
Además de la diferenciación intrínseca y la potestad exclusiva sobre los derechos primarios de una historia, la dramaturgia moderna puede generar, desde el punto cero de creación, contenidos con vocación para desdoblarse orgánicamente en las diferentes plataformas existentes y en las que se desarrollen.

El remake, la fórmula y el spin-off también pueden favorecerse de un ambiente creativo fértil. Así como la inercia arrastra (bien lo sabemos) a la involución, la creatividad puede contagiarse para impulsar la evolución. Hagámosla viral.

Efecto Netflix, similares y conexos
La llegada de las plataformas Over The Top (OTT) ha revolucionado radicalmente el statu quo de la televisión expuesto en esta entrega. No olvidemos que anteriormente la multiplicación de la oferta de canales, su sofisticación y la creciente cartera de suscriptores de la TV de paga pavimentaron este camino. No se originó a partir del arribo de Netflix como se cree.

Una audiencia creciente fue accediendo a más opciones y a nuevos referentes, varios de ellos de mayor calidad. Opciones que empezaron a crear hábitos, targets de naturaleza interactiva que han crecido con ellos. Subculturas que crean valores añadidos de identificación y pertenencia generacional. Así como la masificación del televisor (aparato receptor) sacudió a la industria de la radio y el cine, ahora el internet por medio de las OTT lo hace con la televisión tradicional.

¿Qué faltaba? La cesión del poder. De la TV de programación lineal, estamos transitando a una época no lineal en que ahora es el televidente el que programa para sí: decide qué ver, cómo, en qué momento y dónde. Y hay mucho bueno que ver. Falso que la TV abierta morirá pronto, lo hará en todo caso su programación lineal con la que crecimos y en la que emergió la telenovela.


La serie estadounidense y su “Golden Age
De “Dallas” (CBS, 1978-1991) a “The Sopranos” (HBO, 1999-2007), de “Dynasty” (ABC, 1981-1989) a “Breaking Bad” (AMC, 2008-2013), de “Twilight Zone” (CBS, 1959-1964) a “Black Mirror” (Chanel 4/Netfix, 2012- ), de “Alfred Hitchcock presents” (CBS/NBC, 1955-1965) al prólogo de la actual época: “Twin Peaks” (ABC, 1990-1991), la serie creada por David Lynch y Mark Frost.

Hoy varias de éstas teleseries de la llamada “Golden Age” por publicaciones como el Hollywood Reporter o Rolling Stone no sólo son éxitos de audiencia sino que han logrado, lo otrora impensable: auparse en referentes de culto y respeto en los distintos ámbitos de la opinión; se han puesto al nivel del cine, el gran faro de realización audiovisual (todavía) de nuestra era, sin perder el asidero popular. La pantalla chica ni era chica ni una "caja idiota", otro paradigma roto.  

La serie junto con los largometrajes, está disputando el trono de anchor y prime de las OTT más importantes del mercado mundial. En la actualidad, los mejores artistas y creativos del mundo desean colaborar con ellas.

En contraste a la telenovela, el único género de ficción televisiva creado por nosotros los latinoamericanos, no se le ha permitido correr con la misma suerte.

Lo que busco exponer, es la notabilísima y constante evolución de la ficción seriada en la TV anglosajona que incluye con justicia a la producción inglesa. Independientemente del avance técnico, ¿a qué se ha debido este fenómeno? Lo resumo en una frase: valor a la creación. En el hecho no en el discurso.



CONCLUSIÓN SEXTA PARTE

En la edición 89 de los premios de la Academia de Hollywood (Oscar), producciones de plataformas OTT como “Manchester by the Sea” de Amazon Studios han logrado colocarse en la vitrina de mayor prestigio de su industria y no sólo debido a la cantidad ingente de recursos y a sus campañas de relaciones públicas. Atrás podemos detectar producciones con robustas bases de alto valor creativo y simbólico. Que conste que no he ahondado en lo artístico.

En la semana en que este autor escribe el presente artículo, Variety ha dado a conocer la pugna para que Netflix financie y se haga con los derechos de “The Irishman” la nueva súper producción del legendario Martin Scorsese con Al Pacino, Roberto de Niro y (posiblemente) Joe Pesci encabezando el reparto [3], ¿he mencionado que la película será sobre gánsteres?

Lo anterior no sólo huele a clásico sino apunta por revolucionar la dinámica tradicional de la industria audiovisual en Estados Unidos (y por ende del mundo) y las estrictas reglas con la que una película puede entrar a disputar sus más prestigiados premios. Ahora Netflix busca Oscares, no sólo Emmys.


No pretendo idealizar ni menospreciar a nadie pero ¿qué proyecto o tendencia al aire en la industria mexicana podría ser el émulo de estas referencias?

Los vecinos de la principal industria del espectáculo del mundo (con todo y sus propios avatares no exentos de riesgos) asientan con regularidad sus propuestas sobre bases de indiscutible virtud creativa y (no pocas) también artística. Al poner a trabajar la innovación de las formas al servicio de esos contenidos, su estructura puede marcar pautas y consolidar su liderazgo como ninguna otra industria.

En México mientras tanto, tenemos a productores declarando que la crisis de la tele ficción se soluciona simplemente… con reducir el número de capítulos de sus producciones y grabarlas con cámaras de cine digital en formato 4K y de lentes intercambiables [4]. Ah, y avergonzándose de su propia herencia: la telenovela.


En la siguiente y última entrega de la serie: el contexto y el futuro de la telenovela.


REFERENCIAS:
1. Carrión, Jorge, Teleshakespeare: las series en serio, Editorial Tintable, 2015.
2. www.rae.es
3. http://variety.com/2017/film/news/martin-scorsese-netflix-the-irishman-1201995148/
4.http://www.eluniversal.com.mx/articulo/espectaculos/television/2016/05/13/las-amazonas-cabalgaran-en-pocos-capitulos
Foto de apertura: www.lgmobile.cl

lunes, 20 de febrero de 2017

¿Por qué la crisis de la telenovela mexicana? (V): Talento

¿POR QUÉ LA CRISIS DE LA TELENOVELA MEXICANA?

Parte 5

Daniel Lares Muñoz


EL TALENTO ARTÍSTICO (LA PIEZA CLAVE)

Reiteradamente se escucha entre el público actual el reclamo despectivo a “ese tono de telenovela” de los actores en varias de las “súper series” o series tipo anglosajonas producidas en México o Latinoamérica de los últimos años. Pareciera el fenómeno vivido en la transición del cine mudo al sonoro expuesto en el inolvidable filme “Singin in the rain” (Stanley Donen, 1952). [Ver video]


A lo que en realidad se está haciendo referencia, es a la sobre actuación y a la falta de verdad en la interpretación que la industria se encargó de convertir en estándar y que el Alta Definición ha sobre expuesto, aunado a la multiplicidad de la oferta. Los saldos de la crisis.

Cine vs TV: la concordia de las líneas paralelas
Tras su llegada, la televisión recibió el menosprecio del medio cinematográfico que impuso entre sí barreras infranqueables. Hacer televisión significaba para el talento (en especial sus “estrellas”) sacrificar prestigio y descender en la escala artístico-evolutiva. Esta dinámica permeó en casi todas las industrias del espectáculo en el mundo incluyendo México, con la salvedad de que sus pares del vecino país del norte nunca dejaron de contar con una industria de cine sólida y carecieron de monopolios.

Elipsis arbitraria y lleguemos a nuestra época. El serial dramático estadounidense, en el transcurso sostenido de dos décadas a la fecha, iría materializando en pantalla ambiciones no sólo creativas sino de alcances artísticos, impulsadas decididamente por la audacia de canales premium (HBO, AMC) que requerían diferenciarse con contundencia de la TV abierta.

La TV dejó de ser “la caja idiota” para alcanzar una factura cinematográfica impecable, exigiendo al mejor talento para cristalizar el sueño: cultura pop conciliada con alta cultura, logrando obras maestras de la mano de éxitos de audiencia. El parteaguas sin duda reside en “The Sopranos” (HBO, 1999-2007).


Eso no ocurrió en México por un contexto de cerrazón político-comercial que implicaría otra entrega. A lo que busco llegar, es que hoy no hay barreras para el talento artístico en la industria estadounidense. Se les ve en la misma mesa de los Golden Globes o los Emmy a Al Pacino con John Hamm y a Meryl Streep con Julianna Margulies. Las líneas entre el cine y la TV se difuminaron porque esa televisión y los actores surgidos de ella se ganaron un lugar de respeto.

A ellos por lo tanto, la incursión de las OTT (y sus exigentes requerimientos) los tomó en carrera; a México, por asalto nocturno.

Allá despejaron el firmamento para la incursión de leyendas del cine y actores sorprendentes convertidos en nuevas estrellas. El cine de Hollywood hoy puede disponer de los actores de televisión no sólo por su imán de taquilla, también por su calidad escénica.

(Bryan Cranston de "Breaking Bad" protagoniza el laureado filme "Trumbo" [2015])


Moraleja: (otra vez) la industria es la que tiene que arar y abonar la tierra.



EL ACTOR: LA PIEZA CENTRAL

Si la historia se cuenta a partir del personaje y es el actor quien lo interpreta, entonces es éste una pieza central del proceso. Pero así como la telenovela mexicana limitó la capacidad creativa del escritor, lo hizo también con el actor.

Ya se ha explicado que la industria mexicana se equivocó en restringir a sólo UNA manera de abordar la ficción y en el abaratamiento generalizado de la producción. Los actores no podían quedar ajenos a ello.

La figura contractual de la exclusividad si bien tuvo la acertada virtud de permitir a centenares de actores asegurar una estabilidad laboral, en uno de los medios más inestables del mundo, también colateralmente fomentó un burocratismo artístico. Las dos caras de la misma moneda.

Pero hay un extremo alejado del glamour que percibe el público. En algunas producciones, se les pide a los actores freelance que no gozan todavía de una etiqueta “estelar”, trabajar con los mínimos de unos tabuladores sindicales sin actualizar desde hace varios años. Incluso en las nuevas “súper series”.

El apuntador electrónico, la llave "mágica"
El modelo industrial mexicano de telenovelas se apoyó en adelantos técnicos para cumplir con los vertiginosos tiempos de grabación de capítulo por día. Uno fue el videotape y otro, una llave mágica llamada apuntador electrónico creado por el mexicano Alberto Nolla Reyes en 1951 [1].

Inicialmente resultó un eficaz apoyo para actores con “tablas” en teatro y cine pero al tiempo, generó vicios en los noveles actores y coartó la capacidad creativa del intérprete. Es célebre el “dos tomas y ya” autoimpuesto en San Ángel y ni se diga en Miramontes en Azteca Novelas.

El apuntador hizo creer a ciertos productores que eran capaces de hacer pasar a un “modelo” por actor sin contar con preparación ni talento. Por un tiempo pudo funcionar en la vieja televisión aunque parte del descrédito actual de la telenovela se le debe a este aspecto. Hoy, salvo excepciones, cunde una falta de verdad en las interpretaciones. También, es cierto, se lo debemos al origen: la dramaturgia y a la ausencia de dirección.


¿Es bueno o malo el apuntador? No me atrevería a emitir una sentencia al respecto. Yo personalmente si tengo opción, prefiero no emplearlo. Aunque también he atestiguado cómo actores admirablemente profesionales llegan a grabar con su texto aprendido y estudiado (cuando la producción cumple con enviárselos a tiempo) y sólo usan el apuntador como un apoyo. Esto resulta encomiable y entonces sí ayuda a evitar tiempos ociosos de ensayo o para escenas que eventualmente sufren cambios al momento.

Sin embargo, por lo general el apuntador estimuló también a actores perezosos que han creído ingenuamente que su belleza física y el artilugio pueden sustituir el estudio y la memoria intrínseca del texto para que el personaje pueda fluir de manera orgánica. Por eso no resulta extraño ver en pantalla a figurantes (no actores en cabal ejercicio) que escupen texto. No interpretan. No hay verdad. No hay compromiso.

Hay que reconocer ante ello la iniciativa de los productores Roberto Gómez Fernández, Silvia Cano y Giselle González por exigir a sus actores prescindir del apuntador, con estupendos resultados como en “Para volver amar” (2010), un remake redondo desde la adaptación y la conformación de su elenco.

("Para volver a amar": Telenovelas sin apuntador, se notan)

Casting
Otro síntoma recurrente de la crisis es el referente a la conformación de repartos. Difícil y delicada labor. Sabemos que no es lo mismo seleccionar a un actor para cine, televisión o teatro. Aunque el actor de hoy debe estar capacitado y abierto a cualquier medio o plataforma. Etiquetar es vivir en el anacronismo.

También es cierto que una buena parte de los directores de casting apresurados por los ritmos de grabación y el poco tiempo de pre producción, se han acomodado en los vicios expuestos en esta serie de entregas. Eluden explorar, seguir afinando su agudeza para detectar al nuevo talento, evitar el deslumbramiento snob ante un empaque atractivo pero vacío y confiar en él para impulsarlo a nuevos emprendimientos.

El responsable del reparto es un filtro que si tiene un marco referencial muy limitado repercute en pantalla. Cuántos de ellos destinan tiempo para acercarse a TODA clase de propuestas teatrales, cinematográficas y televisivas para detectar y abrirle paso a las potenciales estrellas y actores en ciernes. Cuántos buscan nutrir de variedad un elenco capaz de sorprender a la audiencia durante decenas de episodios.

“Ya no hay estrellas”
Esto se escucha decir entre el público y la prensa. Las escuelas de formación, enfáticamente de las televisoras, al estandarizar industrialmente los requerimientos de un actor (como si fueran una pieza escenográfica) y exaltar hasta el absurdo la belleza física sobre el talento y la vocación, condenaron al intérprete a la homogenización en prototipos de por sí ya estereotipados.


El sistema fue restringiendo de autenticidad al intérprete, hoy se quejan. “Todos se parecen”, se lee o escucha decir reiteradamente. Un despropósito para la naturaleza de comunicación humana. El elenco de “Cuna de Lobos” (1986) demostró un camino efectivo: actores antes que estrellas. Lo cual, atención, una cosa no implica renunciar a la otra. ¿Lo vieron o no lo quisieron ver?

Las estrellas son fundamentales, anclas para vender una telenovela y atraer audiencia. Los rusos al finalizar “Los ricos también lloran” (1979) por supuesto que demandaron otra telenovela con Verónica Castro o en Polonia de Gabriela Spanic tras la exitosa emisión de “La Usurpadora” (1998).

(Gabriela Spanic en el súper éxito que la convirtió en estrella internacional en 128 países)

Sólo que una “estrella”, en el contexto actual, que no sea antes actor/actriz ya no es garante para eludir el zapping más allá de un primer capítulo. La prueba fehaciente son títulos como “La Tempestad” (2013). Naufragan sin remedio.

Lo paradójico es que son algunos de los mismos productores que propiciaron la presente situación, los que se quejan de la falta de estrellas actualmente. Una declaración de antología en un diario de circulación nacional:

“Rosa Salvaje es la telenovela más exitosa de Televisa de todos los tiempos y entre la trama y otras cosas tenía la parte angelical de Verónica Castro. Necesitamos estrellas de esas pero ahora lo que pasa es que se casan y se van [3].

Las anteriores palabras adquieren especial resonancia viniendo no sólo de uno de los productores del prime time del otrora Canal de las Estrellas sino de quien hasta 2016 ocupara la dirección de su departamento de telenovelas, Salvador Mejía.

("La Tempestad": una Miss Universo convertida en protagonista instantánea)

Sin historias (nuevas) no hay estrellas
Si algo cierto coincidían en postular Valentín Pimstein y Ernesto Alonso, era que una estrella no se construye en una sola telenovela (o película). No les faltaba razón, y esas son las experiencias que sí hay que retomar de ellos.

Resulta que ahora las televisoras no invierten en futuras estrellas por miedo al riesgo de que al adquirir fama, emigren lejos de sus dominios. Otra vez la tendencia que no aprende la televisión mexicana. ¿Qué pasaría si la industria propiciara el campo para hacer que tanto contractual como profesional y artísticamente, el talento mismo vuelva?

Ante la inexistencia de originales con sustancia (salvo excepciones) y el abuso del remake (una versión cada vez más cercana de la otra) se desprotegió al nuevo actor. No hay asidero para los símbolos escénicos, sólo rígidos moldes para figurines desechables de maquila. Sin mencionar las repercusiones del internet, la mesa está servida para la gula de los Haters de la telenovela.

("Tres veces Ana" [2016]: un banquete para los Haters)

A ello agreguémosle una mala adaptación, actores insuficientes que no ampliarán el rango de interpretación de la historia, sumada a la carencia de rumbo en la dirección escénica que a su vez tendrá que partir de un texto limitado (por decirlo amablemente). Añádasele una producción naif para los requerimientos del HD y el contexto: el descrédito del género y sus plataformas base (televisoras).

La industria ha construido su propia horca para que todos asistamos al espectáculo de suicidios voluntarios: uno tras de otro.

En la parte 3 de esta entrega (consultable en este mismo sitio) he sembrado algunas someras hipótesis para romper los paradigmas dramatúrgicos. Tiene que ver para propiciar el surgimiento de las nuevas estrellas que demandan la industria y la audiencia. Ojo, no como las de antes sino de las que se requieren hoy.

Actores extranjeros
No debemos caer en tentaciones chovinistas en estos temas. Simplemente hay que añadir que si la industria es mexicana, lo sano y coherente es que se le dé prioridad al actor mexicano, porque además la audiencia primaria es mexicana.

No obstante, también es cierto que se trata, congruente con lo que proponemos, sobre todo de talento. Aquí no por argot sino por acepción. ¿Buscamos lo mejor? Si es así y el súper objetivo es refrendar nuestra posición de liderazgo mundial, entonces la industria debe recibir (y exigir) lo mejor del talento tanto nacional como extranjero. Bienvenidos porque nos enriquecemos todos.

(La primera actriz Carmen Montejo: extranjeros que enriquecen la escena mexicana)

Sin embargo, la incapacidad de la industria en los últimos años para crear nuevas estrellas y su necesidad de producir volumen, volcó a muchos productores por soluciones inmediatas como privilegiar a cierto tipo de talento extranjero, persistiendo en absurdos cánones de belleza física europea (y además uniforme) que ojalá hubiera sido directamente proporcional a su capacidad histriónica.

“Es que es televisión” se oye cuchichear a los fundamentalistas de la vieja televisión. La coyuntura actual les está dando un portazo directo en la cara. Nadie se pelea con la belleza física, menos en un medio primordialmente visual. Pero no olvidemos que la telenovela es sobre todo una experiencia emocional y que si el envase no contiene nada, el encanto se diluye con un fulminante zapping, y cada vez hay más y mejores ofertas que conquisten la atención. Otro paradigma roto.

Acento neutro
Algunos productores en México se mofaban de las telenovelas made in Miami de la primera etapa de la nueva Telemundo que resultaban un coctel inverosímil de acentos. Hoy ver un título como “Despertar contigo” (2016) motiva muecas de ironía: imposible que una audiencia nueva, no tradicional y más activa (cada vez mayoritaria) entre en convención con eso y se enganche. Al ver esto se comprueba la necesidad del (para algunos molesto) acento neutro, exceptuando que el contexto dramático exija otra cosa.

(¿Un guardaespaldas mexicano e hija de mecánico chilango que hablan español colombiano?)


UN NUEVO ACTOR PARA UNA NUEVA INDUSTRIA

Ante la aparente extinción paulatina de la exclusividad (heredada del studio-system de Hollywood en la primera mitad del siglo XX) y con ella la del mítico “veto”, es el actor mismo quien debe asumir la responsabilidad de su propia marca: una re concepción que trasciende de su preparación escénica.

En la nueva dinámica, el actor es su propia empresa. Pero la industria debe facilitarle ese trabajo porque le conviene. Es una retribución mutua. Si son dubitativas en esto, las televisoras y productoras se pegarán un balazo en el pie y sólo retrasarán (más) el surgimiento de actores y estrellas que generen credibilidad y rentabilidad a sus producciones porque entonces ni dan ni dejan ser.

Uno de los nuevos paradigmas que deben construirse desde la parte ejecutiva es el de apoyar al talento artístico a que diversifique y se pruebe en los diferentes escenarios del arte y la creación dramática. El actor, asimismo, debe preocuparse por elevar su capacitación frente a un mundo cada vez más demandante.

(La exitosa actriz Karla Souza transitó por las telenovelas)


CONCLUSIÓN QUINTA PARTE

En febrero de 2017 tras la última gala de los Goya, un artículo de El País fijó en su sub encabezado: “La fiesta del cine español es como una cena de empresa de gente que ya no trabaja allí: el 50% de los actores que han trabajado este año no supera unos ingresos anuales de 3.000 euros, y el 29% no llega a los 600 euros (al año)” [3]. Veámonos en ese espejo.

Dirán los que saben que la incertidumbre laboral es una condicionante del campo del actor en todas las industrias pero ¿no es México quien ha pregonando insistentemente ser “la industria más importante del mundo de habla hispana”? No miente por los números, aún y con la crisis presente.

Y qué tal si la industria es más generosa con la mayoría del talento (lo demostró en el tiempo de la exclusividad) y, por su parte, la Asociación Nacional de Actores (ANDA) por fin se decide en justicia a emplear sus recursos para actualizar esos anacrónicos tabuladores y así la industria aprovecha para elevar el nivel de exigencia histriónica de sus actores como el mercado mundial del entretenimiento lo demanda. Dando y dando y TODOS ganando.


No olvidemos que son las estrellas las que atraen pero la historia/elenco/producción, la que mantiene. Detrás de una gran y duradera estrella, hay por principio un histrión: un ente con poder creativo cuyo misterio a la industria le conviene reverenciar porque al anularlo, convierte en ordinario lo extraordinario del acontecimiento del drama. De ahí la relevancia de lo que enmarca ello: una historia y un medio que hace que suceda la magia.


En la siguiente y penúltima entrega de esta serie: la creatividad en la industria de la telenovela.

REFERENCIAS:
1. Fernández, Claudia y Paxman, Andrew, El Tigre Azcárraga y su imperio Televisa, Grijalbo, México, 2000.

 Foto de apertura: "La vida en el espejo", TV Azteca, 1999.